Hoy me he enterado del fallecimiento de alguien que en mis tiempos de adolescente me ayudó a ser mejor persona. Se llama Luis Trigueros, Luistri le llamábamos. Nos enseñó a andar con paso firme, a tener fuerza de voluntad, a continuar cuando parece que ya no quedan fuerzas, a sentirnos útiles, a usar herramientas y construir nuestras propias mesas, a montar comedores de campaña, a muchísimas cosas que me hicieron ver que la voluntad es el mejor don que tenemos, y que tenemos dos manos que pueden hacer grandes cosas si trabajan con otras manos. Un gran humanista, un misionero de los de verdad, hasta el punto de dejarse la vida en una perdida carretera de Bolivia, ayudando al desarrollo de una comunidad chiquita.
Siempre lo dió todo, nunca dejó nada para él. Un gran tío, con mayúsculas, un gran tío. Quiero ser como él, de verdad, aunque sé que nunca lo seré. Descansa en paz, amigo Luistri.
Da coraje cuando piensas que estas personas desaparecen y tanto cafre se queda. Pocos lo reconocerán, pero estas personas son las que verdaderamente triunfan en la vida.
ResponderEliminarLos que somos mas normales nunca seremos como ellos, pero aspirar a serlo no es nada malo, de hecho intentando seguir su ejemplo hacemos que su labor siga viva entre nosotros.
Un abrazo y después de llorarlo un poco anímate.
Un abrazo.
ResponderEliminarLa verdad que a mí me ha afectado bastante su marcha, mucho más de lo que nunca hubiera imaginado. Hoy también me he dedicado a honrar su memoria:
ResponderEliminarhttp://veteporlasombra.blogspot.com/2010/02/luis-gonzaga-trigueros-ortega.html
Un abrazo...